Heridas y cortes

Laceraciones cutáneas: Qué son y cómo cuidarlas

Ya sea por un cuchillo mal colocado, una caída mientras corrías con prisas o un mal paso en el trabajo… las laceraciones cutáneas son uno de los tipos más frecuentes de heridas abiertas[1]. Y sí, también de las heridas que más impresionan a simple vista. Pero no hay que entrar en pánico: actuar bien y rápido puede marcar la diferencia entre una curación impecable y una herida que se complica o deja marca.

En esta guía práctica y sin tecnicismos, te contamos todo lo que necesitas saber sobre las laceraciones: qué son exactamente, cómo tratarlas en casa, cuándo hay que ir al médico y qué puedes hacer para evitar infecciones y mejorar la cicatrización.

¿Qué es una laceración cutánea?

Una laceración cutánea es una herida abierta causada por un corte, desgarro o golpe que rompe la piel, normalmente dejando bordes irregulares o dentados. Pueden parecer más “dramáticas” que otros tipos de heridas, y lo cierto es que muchas veces lo son: el tejido suele estar desgarrado por un impacto fuerte o un objeto afilado, como una herramienta, un cristal o una mordedura.
Estas lesiones no tienen nada que ver con las incisiones quirúrgicas, que son limpias, rectas y hechas con bisturí. Aquí hablamos de laceraciones, que son heridas que pueden afectar solo a la capa más superficial de la piel (epidermis) o, si son más profundas, llegar hasta la dermis, tejido graso, músculos, tendones… e incluso el hueso, en casos graves[2].

Diferencias de las laceraciones con otros tipos de heridas

Aunque todas pueden doler, no todas las heridas son iguales. Las laceraciones se distinguen claramente por su aspecto irregular y, a menudo, su profundidad variable. Para que no las confundas con otros tipos comunes de lesiones cutáneas, aquí va una mini guía:

●      Cortes o incisiones: Son heridas limpias y rectas, como las que se hacen con un cuchillo de cocina o un bisturí. Suelen tener mejor pronóstico porque los bordes pueden cerrarse con facilidad.
●      Abrasiones: También conocidas como raspones o rozaduras. Afectan sólo a las capas superficiales de la piel, y se producen por fricción (por ejemplo, al caerte en la acera o rasparte contra una pared).
●      Contusiones: Son golpes sin herida abierta, lo que conocemos como moretones. No hay rotura de la piel, pero sí daño interno en los vasos sanguíneos, lo que da lugar a esa clásica mancha azul-verdosa.
Pinchazos: Son heridas estrechas y profundas, causadas por objetos puntiagudos como clavos, agujas, espinas o incluso mordeduras de animales. También pueden clasificarse así algunas heridas por proyectiles.

En el caso de las laceraciones cutáneas, hay ciertos factores que pueden aumentar el riesgo de infección, que se estima en torno al 5 % si no se tratan adecuadamente[3]. Este riesgo se debe, en gran parte, a características como:
●      Bordes irregulares que dificultan el cierre de la herida.
●      Localización comprometida (como zonas de roce o exposición constante).
●      Tamaño y profundidad variables, que complican la limpieza completa.
●      Presencia de suciedad, restos u objetos extraños, que pueden arrastrar bacterias al interior.

Además del riesgo de infección, también es posible que aparezca sangrado excesivo, marcas visibles y otras complicaciones durante la fase de cicatrización, sobre todo si no se siguen los cuidados adecuados desde el inicio.

Causas más comunes de las laceraciones

Comprender con qué facilidad pueden producirse laceraciones es clave para evitar que ocurran en nuestra vida cotidiana. Desde accidentes domésticos o en el trabajo, hasta caídas durante la práctica de deporte o juegos al aire libre, hay innumerables situaciones cotidianas que pueden causar desgarros en la piel, muchas veces cuando menos lo esperamos.

Objetos afilados y traumatismos por objeto contundente

Muchas laceraciones ocurren tras caídas o golpes con objetos duros, rugosos o afilados, como herramientas, muebles con esquinas o superficies irregulares. A diferencia de un corte limpio, este tipo de traumatismo suele desgarrar la piel, dejando bordes irregulares que complican la cicatrización.

Este tipo de lesiones puede producirse en cualquier contexto, pero hay entornos donde el riesgo se dispara.

Situaciones de alto riesgo

Estas son algunas de las situaciones más comunes en las que se producen laceraciones:

●      Accidentes domésticos y laborales: ya sea cortando pan con prisas, usando herramientas de jardinería o trabajando con maquinaria o materiales de construcción, los descuidos pueden costar una herida. ¿Sabías que en 2022 España fue el tercer país de Europa con más accidentes laborales no mortales? Además, las heridas superficiales representan el 27,6 % de todas las lesiones registradas en la Unión Europea[4].
●      Lesiones deportivas: caídas, choques e impactos con material deportivo son causa habitual de desgarros en la piel. Un estudio con jugadores amateur de rugby concluyó que sufrían una media de 2,4 lesiones cutáneas por cada 1.000 horas de juego[5].
●      Incidentes de tráfico: desde caídas en bici hasta choques en moto o coche, este tipo de accidentes conlleva un alto riesgo de laceraciones. Un análisis de un servicio de urgencias hospitalarias en Arabia Saudí reveló que las laceraciones eran el tipo más frecuente de lesión por tráfico (24,8 %)[6].

También hay grupos especialmente vulnerables. En el caso de los niños pequeños, las laceraciones suelen aparecer en la cara y las extremidades, sobre todo por las caídas habituales durante el recreo o el juego. En cambio, los adultos tienden a sufrirlas más en el entorno laboral, especialmente en profesiones con alta demanda física. Por ejemplo, en el sector de la industria manufacturera, se ha observado que hasta el 76 % de las laceraciones afectan a las manos y los dedos[7], zonas expuestas y constantemente en uso.

Tipos de laceraciones por gravedad

Aunque muchas laceraciones pueden parecer alarmantes a simple vista, no todas son igual de graves. Algunas se pueden tratar en casa con unos buenos primeros auxilios, mientras que otras requieren atención médica inmediata.

Entender hasta qué punto la piel está dañada es fundamental para saber qué tratamiento aplicar y cómo favorecer una buena cicatrización.

Laceraciones superficiales

En este caso, el daño se limita a las capas externas de la piel, dentro de lo que conocemos como epidermis[8]. Suelen ser heridas poco profundas que, si se mantienen limpias y bien protegidas, cicatrizan en unos 5 a 10 días sin mayores complicaciones.

Los cuidados domiciliarios suelen ser suficientes, siempre que la herida no muestre signos de infección (como enrojecimiento creciente, pus o fiebre local), no esté en una zona especialmente delicada, ni haya objetos incrustados o sangrado persistente.

Laceraciones profundas

Se producen cuando la herida es mucho más profunda y alcanza tejidos como la dermis, la grasa, los músculos y los tendones[9]. En algunos casos, estas laceraciones también pueden dañar terminaciones nerviosas o vasos sanguíneos, lo que complica aún más su evolución.

Este tipo de heridas requiere atención médica inmediata y cuidados continuos para evitar complicaciones. Las laceraciones profundas suelen sangrar de forma más profusa y presentan un mayor riesgo de infección y otros problemas durante la cicatrización.

Atención inmediata a las laceraciones

Las decisiones y medidas que tomemos en los primeros minutos tras una lesión son cruciales, al igual que asegurarnos de que nuestro botiquín de primeros auxilios esté bien provisto de todos los elementos esenciales. Actuar correctamente desde el primer momento no solo ayuda a reducir el riesgo de complicaciones duraderas, sino que también puede acelerar la recuperación y favorecer que la herida cierre mejor y con la menor cicatriz posible.

A continuación, los primeros pasos que debes seguir:

1.    Aplica presión firme directamente sobre la herida con una gasa estéril o un paño limpio para detener la hemorragia.
2.    Eleva la zona afectada, si es posible, por encima del nivel del corazón para reducir el sangrado.
3.    Una vez que se haya detenido la hemorragia, limpia cuidadosamente la herida con agua y jabón suave para poder evaluar bien su profundidad y gravedad.

Limpieza adecuada de la herida

●      Lava la herida suavemente con agua y jabón neutro o con una solución salina estéril.
●      Si hay restos visibles o suciedad incrustada, retíralos con pinzas estériles, siempre con mucho cuidado, sin frotar ni dañar el tejido.
●      A continuación, aplica un spray antiséptico, para reducir el riesgo de infección.
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Además, otros los medicamentos cicatrizantes como la pomada Linitul* o los apósitos impregnados combinan la acción antiséptica del bálsamo del Perú, que también favorece la microcirculación cutánea, con la acción emoliente y cicatrizante del aceite de ricino.

Recuerda que es importante esperar varias horas entre la aplicación del spray antiséptico y los medicamentos cicatrizantes.

Suturas y otros métodos de cierre de heridas

A veces, una herida necesita algo más que cuidados básicos para cicatrizar correctamente. Cuando la laceración es profunda, tiene más de un par de centímetros de longitud, o se encuentra en una zona de alto riesgo como una articulación o la cara, puede ser necesario recurrir a suturas para facilitar su cierre por lo que es imprescindible recibir atención sanitaria profesional.

Los puntos no solo ayudan a unir los bordes del tejido de forma precisa, sino que también reducen el riesgo de complicaciones como infecciones o cicatrices amplias, y mejoran el resultado estético[10].

Lo ideal es que las suturas se coloquen lo antes posible, preferentemente dentro de las primeras horas tras la lesión, y como máximo antes de las 19 horas, un intervalo conocido como el “periodo dorado”, durante el cual se minimiza el riesgo de infección[11].

En algunos casos, pueden utilizarse grapas o adhesivos cutáneos como opciones alternativas, dependiendo de la colocación y de las circunstancias específicas de la herida.

Cuidados de las suturas en casa

Una vez que la herida ha sido cerrada con puntos, los cuidados domiciliarios son clave para prevenir infecciones y asegurar una buena cicatrización.

Aquí van algunas recomendaciones básicas:

●      Mantén la zona seca durante las primeras 24 a 48 horas, siempre que sea posible.

●      Limpia suavemente alrededor de la herida, sin frotar ni empapar la zona. Puedes usar una gasa humedecida con agua o suero fisiológico.

●      Cambia los apósitos o vendajes según las indicaciones médicas, manteniéndolos siempre limpios y secos.

●      Acude a las citas de seguimiento para que el personal sanitario revise la evolución de la herida y retire los puntos cuando sea el momento adecuado.

Signos de advertencia y cuándo acudir al médico

La mayoría de las laceraciones leves se curan sin complicaciones si se cuidan bien desde el principio. Sin embargo, hay síntomas que pueden indicar que algo no va bien y que requieren atención médica inmediata.

Algunos de los los signos más comunes de una herida infectada incluyen:
●      Enrojecimiento o hinchazón que aumentan con el paso de los días.
●      Calor, dolor intenso o palpitante en la zona.
●      Salida de líquido, pus o mal olor.
●      Fiebre repentina sin causa aparente.
●      Dificultad para mover la zona afectada si hay tendones o articulaciones implicadas.

Si la herida empeora pasados varios días o aparece cualquiera de estos síntomas, consulta con un profesional sanitario cuanto antes..

Preguntas frecuentes sobre laceraciones

¿Cuánto tarda en curar una laceración?

Las heridas superficiales suelen cicatrizar en 5 a 10 días, siempre que se mantengan limpias y protegidas.

En cambio, las laceraciones más profundas o graves pueden tardar semanas o incluso meses en cerrar por completo.

Una cicatrización sana depende de mantener la herida limpia y seca, reduciendo así el riesgo de infecciones causadas por bacterias.

¿Puedo mojar la herida mientras cicatriza?

Es preferible mantener la herida seca durante las primeras 24 a 48 horas.

Pasado ese tiempo, puedes ducharte de forma breve, pero evita mojar demasiado la zona o frotarla con esponjas o toallas hasta que la piel haya cerrado por completo.

¿Cómo sé si mi herida necesita atención médica?

Si con el paso de los días aparecen síntomas como enrojecimiento que se extiende, salida de pus, fiebre o aumento del dolor y la hinchazón, podría tratarse de una infección.

En ese caso, se recomienda consultar con un profesional sanitario de inmediato para evitar complicaciones.

*Linitul es un medicamento de venta libre disponible en farmacias.


[1]Pickett, T. A. (2015). The challenges of accurately estimating time of long bone injury in children. Journal of Forensic and Legal Medicine, 33, 105–110. https://doi.org/10.1016/j.jflm.2015.04.012

[2]Hollander, J. E., & Singer, A. J. (1999). Laceration management. Annals of Emergency Medicine, 34(3), 356–367. https://doi.org/10.1016/s0196-0644(99)70131-9

[3]Roodsari, G. S., Zahedi, F., & Zehtabchi, S. (2015). The risk of wound infection after simple hand laceration. World Journal of Emergency Medicine, 6(1), 44. https://doi.org/10.5847/wjem.j.1920-8642.2015.01.008

[4]Statistics explained. (n.d.). https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Accidents_at_work_statistics#Standardised_incidence_rates (Recuperado en Julio 25)

[5]Oudshoorn, B. Y., Driscoll, H., Kilner, K., et al. (2017). Prevalence of laceration injuries in professional and amateur rugby union: a systematic review and meta-analysis. BMJ Open Sport & Exercise Medicine, 3(1), e000239. https://doi.org/10.1136/bmjsem-2017-000239

[6]Amir, A., Amir, B., Alghannam, A., et al. (2023). Analysis of road traffic injuries presented to the emergency department in the Eastern Province of Saudi Arabia: a hospital-based study. Journal of Medicine and Life, 16(12), 1825–1838. https://doi.org/10.25122/jml-2023-0316

[7]Bell, J. L., & MacDonald, L. A. (2003). Hand lacerations and job design characteristics in Line-Paced assembly. Journal of Occupational and Environmental Medicine, 45(8), 848–856. https://doi.org/10.1097/01.jom.0000083032.56116.88

[8]Yousef, H., Alhajj, M., Fakoya, A. O., et al. (2024). Anatomy, skin (Integument), epidermis. StatPearls - NCBI Bookshelf. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK470464/

[9]Brown, T. M., & Krishnamurthy, K. (2022). Histology, dermis. StatPearls - NCBI Bookshelf. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK535346/

[10]Forsch, R. T., Little, S. H., & Williams, C. (2017). Laceration Repair: A Practical approach. ResearchGate. https://www.researchgate.net/publication/319269893_Laceration_Repair_A_Practical_Approach

[11]Berk, W., Osbourne, D., & Taylor, D. (1988). Evaluation of the ‘Golden Period’ for wound repair: 204 cases from a third world emergency department. Annals of Emergency Medicine, 17(5), 496–500. https://doi.org/10.1016/s0196-0644(88)80246-4

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